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Tetraheroica Veracruz, el 27 de octubre del 2009.
El ingreso al Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME) es, por su alto significado, el honor máximo al que puede aspirar un deportista mexicano.
11 DE DICIEMBRE A LAS 13.00 HORAS.
POR: Edwin Corona y Cepeda. Instructor Internacional de Buceo.
En las placas alusivas, que decoran las paredes del Salón de la Fama que ostenta el nombre de Profr. José García Cervantes, tal vez el más destacado directivo de la CODEME, se leen los nombres de los mas notables deportistas que han dado honra al deporte nacional. Presentes e inolvidables, que por su propio esfuerzo y logros merecen tal distinción, leemos los nombres de Humberto Mariles y su equipo ecuestre, Joaquín Capilla y el “Tibio” Muñoz, de los Arredondo Cepeda, del “Pelón” Osuna, de “Beto” Avila, la “Tota” Carvajal, Ana Guevara y de otros legendarios deportistas galardonados internacionalmente, que con su esfuerzo, en ocasiones titánico y rebelde dieron brillo, gloria y fama, no solo al deporte organizado nacional, sino a su Federación, la Confederación Deportiva Mexicana y sobre todo, a México. Es sabido, también, que, para quien practica el buceo, esta actividad, per se, no es competitiva, aunque si debemos mencionar diversas justas como el nado con aletas, la orientación subacuática o el nado con aparatos en piscina, deportes, todos ellos que nacieron de la inquietud de deportistas con alto valor profesional. En un panorama más amplio, podemos definir la practica del buceo como una actividad cuasi científica, ya que la aplicación de los métodos de inmersión requiere un alto conocimientos de las leyes físicas, el comportamiento fisiológico del organismo humano sometido a presión, los tiempos de permanencia y la teoría de la descompresión, la óptica y la acústica submarina, así como el conocimiento y conservación del medio marino, pero sobre todo, de la ecuanimidad y soltura para permanecer bajo el agua, como si fuese un medio propio del ser humano y no del pez. No es, por tanto, inútil recalcar que esta gama de conocimientos se fueron adquiriendo poco a poco. No hace mucho, acaso 6 lustros, al fin de la II Guerra Mundial en que en una esplendorosa mañana de junio, cuando el sol iluminaba la Bahía de Banyuls en Francia, dos hombres, Jacques Yves Cousteau y Frederic Dumas, lograron lo que, por siglos y siglos de la historia universal se había convertido en infranqueable barrera: penetrar al conocimiento del Sexto Continente, logrando, con el primer diseño de la escafandra de respiración autónoma submarina que recibió el popular nombre de Acualón ( hispanismo derivado de Aqua Lung) la conquista para hombres, mujeres y niños del mundo submarino, donde los peces parecen flores y las flores son peces. Años después, con un equipo que Juan Ibarrola Bull, fundador del Club de los Hombres Rana, trajo de Francia, Genaro Hurtado, Apolunio Castillo y Aníbal de Iturbide, en la Piedra del Elefante en Acapulco, se “avientan un disparejo” tocando la suerte de efectuar la primera inmersión en aguas mexicanas al prominente banquero Aníbal de Iturbide. Poco después, “Polo” Castillo es designado como Comandante del Comando Submarino de la Base Naval de Icacos en Acapulco y allí le conoce otros de los grandes del mar, Ramón Bravo, el más destacado camarógrafo submarino mexicano, cuyos documentales, filmados con el rudimentario equipo de la época, aún no han sido superados y siguen dando la vuelta al mundo mostrando las bellezas de nuestro mundo submarino. Apolonio Castillo, de cuya novelesca historia se han escrito mil versiones, ofrendó su vida en la búsqueda de dos turistas asesinados por un felón guía de turistas. Tuvo el primer accidente de descompresión de que se dio noticia en México, mismo que le costó la vida, por el desconocimiento de las técnicas de tratamiento para tan terrible accidente. Acapulco, por aquellos años, era el lugar de reunión donde se daban cita los integrantes del jet set internacional. Allí conocí a Errol Flyn, John Wayne, Johny Weismüller, Gina Lollobrigída, Sophia Loren, Barbara Streissand, Ava Gardner, Frank Sinatra, Eddie Fisher, los Hermanos Kennedy y tantos otros que hacían de la hermosa Bahía de Santa Lucía su lugar favorito de descanso. Y allí, en Acapulco, fue donde surgió Aquamundo la primera escuela de buceo turístico del país a cargo de los hermanos Reginaldo y Alfonso Arnold. Este último, junto con Ramón Bravo y Edwin Corona (a) “El Nazi” conforman el ABC o la triada más importante del buceo mexicano. La A de Arnold por ser el primer mexicano en participar y dirigir sensacionales exploraciones arqueológicas submarinas como los Cenotes de Chichén Itzá y Chinkultic, pecios como El Matanceros, La Nicolasa, El Tweed, el Candelas y otros más que escapan a mi memoria, la B de Bravo (Ramón) por sus múltiples reportajes sobre el tiburón y sus documentales que abarcan desde buceos en el polo Norte hasta la Polinesia y el Mar Rojo y la C de Corona (Edwin) por su impulso al deporte organizado al crear la Federación Mexicana de Actividades Subacuáticas y ser el primer mexicano que ocupa el cargo de Vicepresidente Técnico de la Confederación Mundial de las Actividades Subacuáticas (CMAS o World Underwater Federation)
La creación de la Federación Mexicana, representativa de la actividad submarina y subacuática dentro del territorio nacional y ÚNICA reconocida a nivel nacional por la CODEME, no hubiera sido posible de llevar a efecto sin la colaboración decidida y participativa de personajes del medio oficial como el Profr. José García Cervantes, el Sr, Mario Vázquez Raña, el Profr. Sandalio Sáenz de la Maza, el Ing. Luis Kasuga Osaka, la Maestra Lily Schlutter y el Profr. Juárez, Manuel Mondragón y Kalb y el Arq. Francisco Olivo y tantos otros que le tendieron la mano, mientras que en el ámbito internacional, gracias a la intervención del Ing. Mauricio Porraz fue contundente la simpatía con la que Jacques Cousteau, Jacques Dumas y Pierre Perraud vierona a la naciente Federación. No he de omitir, tampoco, la valiosa colaboración del Lic. Adolfo “Ito” Vázquez Romero, Raúl Pardo, Ing. Aurelio Reyes Torres, Dr, Miguel Guzmán Peredo, Alfonso Mancilla Castell, Víctor Minor, Carlos Ríos Duran, Alfredo García Hahn, Benito González Ángulo, Javier González, David Corona, Alfonso Gómez, Fernando Rosado, Miguel Fernández, Gustavo Meza, Gabriel Nayar y tantos otros, cuyo nombre a mi memoria escapa, pero de quienes conservo grato recuerdo. Huelga también un reconocimiento a los clubs fundadores como Buceadores Mexicanos, el Grupo de Exploraciones Submarinas (GESA), el Grupo de Recuperación e Investigaciones Submarinas (GRIS), Aquamundo, Grupo Alpino y de Investigaciones Subacuáticas (GAISA), el Grupo de Rescate Acuático de la Cruz Roja Mexicana, el Comando Rojo del H. Cuerpo de Bomberos y el EBESA SAHOP. En cuanto a las Delegaciones Estatales, en primer término menciono a los Acuanautas de Puebla y sus “gatitos” Evelio Rodríguez, Rubén Alvarez, José Jaime Rojas, Christian Siruguet y Manuel Campomanes, cuyo ejemplo fue seguido por la “perrada” de Acapulco con “Poncho” Arnold, Sergio Castillo, “Lico” Carranza, “Toño” Pintos, Ángel Vázquez, Marco Antonio “ El Babaloca” Adame, Hilario Medina “El Perro Largo”, “Panalito” y el Teniente Rafael Vilchis con los elementos del Comando Submarino, mientras en Zihuatanejo Carlo Durand y Salomón Bustos impulsaban y se la “rifaban” en la practica del buceo en esa zona. No debo dejar tampoco dejar de mencionar a Herón Altamirano Vidales y Juvencio Martínez de San Luis Potosí, ni de Irma Beltrán y Sergio Caballero de Jalisco, Fernando Rosado y Claudio Lamprecht en Mérida, Luis Concha en Progreso, Gonzalo Estrada y “Lalo” Moreno en Veracruz, “Goty” Beutelstacher en Chiapas, Gabriel Nayar y José Luis Moreno Colunga en Cozumel, Guillermo Galdi y Chito Pacheco en Tamaulipas y tantos otros que abrieron las fronteras de ese mundo de color azul profundo, como lo hicieron Alfonso Barcenás y Roberto Monsiváis en el D.F.. Los tiempo cambian y los lugares, también. Cuan remoto parece ahora el hablar de reguladores de doble manguera, válvulas I y J, salvavidas que nos regalaban en las líneas de aviación, chamarras de buceo con “caballo”, buceos en Las Estacas armados de arpón de ligas por si salía o se aparecía algún despistado cocodrilo. O buscar, supuestamente, el Tesoro de Moctezuma en los lagos del volcán Nevado de Toluca a más de 4,000 metros de altura sin conocer los efectos del buceo en altitud. Común era, también, practicar la exploración submarina de las cavernas sin línea de vida, a puro “ojo”, con lámparas comunes y corrientes y – hágame el favor – sin aletas. Tiempos aquellos que parecen remotos y lejanos, de la prehistoria, casi, pero que están aquí a la vuelta, pues quien esto relata los vivió y por ello, la Federación Mexicana de Actividades Subacuáticas A.C., por consideración de su actual Presidente, Inst. Rogelio Flores Aguilera y su Junta Directiva, me han propuesto como su Presidente Fundador y Primer Instructor Internacional de Buceo para obtener el inmerecido honor de ocupar un sitial en el Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana. Y ¿a que más puedo aspirar?. Pues a que todos mis amigos, compañeros de deporte, aventuras y sentimientos, me acompañen el próximo viernes 11 de diciembre a las 13.00 horas en la Puerta 9 de la Ciudad Deportiva (sede de la CODEME) en la Magdalena Mixhuca de la chilanga capirucha a compartir con ustedes, quienes realmente son acreedores al reconocimiento, para que vengan a acompañarme a recibirlo a nombre de los buzos mexicanos que son los que realmente lo merecen. Se los agradezco desde ahora.
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